Fank Sinatra "Fly me to the moon lyrics"
Su pais se apagó cuando se apagó La Voz hace ahora diez años. La muerte de Frank Sinatra, a los 82, detuvo el ritmo frenético de los Estados Unidos. En el Bronx, el estadio de los Yankees hizo un minuto de silencio y el juego tuvo de fondo la canción My Way. Lo mismo ocurrió en Detroit, Chicago, Dallas, Atlanta, Miami, Las Vegas. En Manhattan, el Empire State se iluminó de azul, en homenaje al color de sus ojos. El duelo fué unánime. La tristeza, muy profunda. Como sintetizó el escritor Gore Vidal: La mitad de la población de este país fue concebida mientras los padres escuchaban sus temas. Se enterró junto a sus padres y a su amigo de toda la vida, Jilly Rizzo, en la región desértica de Palm Springs, al este de esa ciudad en donde vivió y murió. Allí, la familia Sinatra tiene un lote en el cementerio privado Desert Memorial Park, en Cathedral City.Frank Sinatra murió a causa de un paro cardíaco, en el Cedars Sinai Medical Center. Apenas su muerte se hizo pública, Las Vegas le rindió homenaje: las luces del célebre Strip -la calle más iluminada del mundo, que concentra casinos y cabarets- permanecieron apagadas durante un minuto, a las 20.30 del viernes 14 de mayo de 1998. Y en Hollywood, la compañía Capital Records, en donde Sinatra grabó sus famosas canciones en los años 50, puso una tela negra en su edificio cilíndrico; "Te llevo bajo mi piel". Todos los medios se hicieron eco de miles de expresiones de afecto y condolencias: por la red Internet, llegó a la home page oficial de la familia (http://www.sinatrafamily.com) el afecto del público que soñó con sus canciones. La vocera de los Sinatra, Susan Reynolds, dijo basta de enviar flores y pidió a los fans que homenajearan a su ídolo ayudando a una fundación para la asistencia de chicos enfermos llamada Eisenhower Medical Center, de Rancho Mirage, en California.Pero las flores siguieron llegando y cientos de seguidores se instalaron en la puerta de su mansión de Beverly Hills, porque el que murió es más que un ídolo: es un ícono de la cultura norteamericana. De la desesperanza de la Segunda Guerra Mundial y la esperanza de la posguerra. El romántico por definición. El que actuó y cantó la tristeza y la alegría. Le cantó a su país, interpreta Gore Vidal.Fue la generación que definió a los martini, los cigarros y el golf como tres rituales sociales. La era de los Rat Pack, el club de las ratas que formó con Sammy Davis Jr. y Dean Martin, fue una época dorada de malas conductas sin consecuencias.Su música nos ayudó a entender nuestras propias vidas más claramente porque era honesto con él mismo, dijo la actriz Shirley McLaine, tal vez la única mujer admitida en el club de las ratas.Ella fue la primera de una larga lista de personajes que dieron a conocer su dolor. Frank, por sobre todas las cosas, era leal, lo definió Gregory Peck. Sus enemigos vincularon esa lealtad a las relaciones que tenía Sinatra con ciertos personajes de la Cosa Nostra estadounidense.Y en este frenesí de recuerdos, el reverendo Jesse Jackson, compañero de Martin Luther King, remarcó su antirracismo: Frank viajó al sur, durante la lucha de los negros por sus derechos en los sesenta.Lo admiraba como cantante y como italoestadounidense, dijo Martin Scorsese. Y otro artista, Bob Dylan, dijo que extrañaría la sinceridad de la voz de Frank.Mientras los famosos se expresan y los cronistas se regocijan con los rumores de que se avecina una despiadada batalla judicial entre la última esposa de Sinatra, Bárbara, y los hijos Nancy, Frank y Tina por su herencia, su público ya lo extraña.Rose Charter, fiel a su nombre, se acercó con una rosa a la estrella que lleva el nombre del cantante y actor, en el paseo de los famosos. La dejó, mojó con unas lágrimas una de las puntas de la estrella, y se fue. La rosa de Rose pronto quedó tapada por miles de flores.Varios Grammys, un Oscar, son apenas premios. Pero las melodías New York, New York o Extraños en la noche forman parte de esa noche inolvidable.El duelo, dicen, apenas empezó. El actor de De aquí a la eternidad, también símbolo del hombre que se construyó a sí mismo, estaba lleno de paradojas neutralizadas por una voz única. Por eso, todos lo quisieron: los buenos y los malos. Todos quieren decir lo que dice un cartel que ya descansa frente a la mansión de Berverly Hills: "Y love your voice. Y love you".